A un paso de caer
y a punto de apagarse
la luz de mi mirada.


Vencido el vencedor,
no pude soportar
ni el poco peso de mi alma.

Se enmudeció mi voz,
o el mundo enloqueció,
que ya no escucha mi garganta.

Pero estabas tú
tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.

En medio del dolor
era mejor partir
pidiendo a Dios que terminara.

Aquella cruel canción
que tanto hizo llorar
y que el telón por fin bajara.

Y cuando oscureció,
la fe se me escapó
y el corazón me abandonaba.

Pero estabas tú
tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.

Tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.

Tu mano,
que me pudo rescatar
para que vuelva a cantar.

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